BURLADOR BURLADO
El humor socarrón - a veces - es como un boomerang, porque va y viene. Le tocó el turno a Ezequiel Ponce, irónico columnista de este weblog.
Cuentan que el Bocha de hace diez años era otra persona: un vecino burgués de Caballito de la década del '90 típico, hincha de Ferro Carril Oeste y adulador de los gobernantes de turno (gracias a la mentira cambiaria llamada "Convertibilidad", se había podido comprar un minicomponente Aiwa por chirolas, apenas).
Quiso con su corazón verdolaga, introducirse en el sistema de jugadores juveniles de la institución hacia 1995, con el anhelo de seguir los pasos de su ídolo Roberto Fabián Ayala. Resulta que fue un fracaso, porque el entrenador de purretes consideró a Ponce "lento en el área de defensa". El desencantado coach de Ferro - cuenta C. Roma como único testigo de la práctica - señaló la falta de precisión del Eze en el despeje de un tiro de esquina, hecho usufructuado vilmente por el oponente. Ezequiel - víctima de la regla "Dos cabezazos en el área es gol" - no había contado con el favor de los Dioses por ese entonces, ya que le tocó participar en el mismo equipo que otros impresentables falderos de la clase media porteña; pero ésa es otra historia.
El rencor y sus consecuencias se apoderaron del caballitense Ponce, al punto de aceptar éste un cambio de preferencias de club (se hizo hincha del Club Atlético San Lorenzo de Almagro) y desarrollar - al cabo de un decenio - un particular miasma con su pluma.
El humor socarrón - a veces - es como un boomerang, porque va y viene. Le tocó el turno a Ezequiel Ponce, irónico columnista de este weblog.
Cuentan que el Bocha de hace diez años era otra persona: un vecino burgués de Caballito de la década del '90 típico, hincha de Ferro Carril Oeste y adulador de los gobernantes de turno (gracias a la mentira cambiaria llamada "Convertibilidad", se había podido comprar un minicomponente Aiwa por chirolas, apenas).
Quiso con su corazón verdolaga, introducirse en el sistema de jugadores juveniles de la institución hacia 1995, con el anhelo de seguir los pasos de su ídolo Roberto Fabián Ayala. Resulta que fue un fracaso, porque el entrenador de purretes consideró a Ponce "lento en el área de defensa". El desencantado coach de Ferro - cuenta C. Roma como único testigo de la práctica - señaló la falta de precisión del Eze en el despeje de un tiro de esquina, hecho usufructuado vilmente por el oponente. Ezequiel - víctima de la regla "Dos cabezazos en el área es gol" - no había contado con el favor de los Dioses por ese entonces, ya que le tocó participar en el mismo equipo que otros impresentables falderos de la clase media porteña; pero ésa es otra historia.
El rencor y sus consecuencias se apoderaron del caballitense Ponce, al punto de aceptar éste un cambio de preferencias de club (se hizo hincha del Club Atlético San Lorenzo de Almagro) y desarrollar - al cabo de un decenio - un particular miasma con su pluma.